ALMA DE TANGO
Desde el alma el tango azul
de tu mirada
ruge por mi mente sabiamente
y cada paso semeja
febrilmente los acordes
del bandoneón y de la viola.
Cada corte estalla en el sentido
preciso del amor por tus caderas
meciendo las curvas de tu imagen
reflejadas en las baldosas
del viejo escenario.
Desde el alma, tango,
salen de paseo mis quebradas
al oír tu compás arrabalero.
Mi alma es tuya como tu cadencia, mía.
Un día algún trasnochado danzarín
robará tu embrujo y mi ensueño
representando nuestras almas en su cuerpo.
Elisabet Cincotta
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Bailarina
La vieja bailarina que sabía
que el tiempo ya en sus brazos la cogía
y ya era él quien la alzaba del suelo:
-un, dos, tres, giro, ¡un salto hacia el cielo!-,
siendo el último baile que danzaba,
y la última la rosa que esperaba
llevando la pasión al camerino:
el último escenario del camino,
un pas de deux directo hacia el abismo,
volviose, cisne impar, sobre sí mismo,
se alzó, saltó, cruzó sobre el averno,
volando, forma pura, hacia lo eterno
Blanca Barojiana
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