viernes, 15 de febrero de 2008

TANGUEANDO MARIA ELENA / OSCAR / CARLOS / ELISA / CARLOS / ELISA /


Al tango le falta una letra
se le pianta un lagrimon
al retmo de cumparsita pasa galante
con un fueye
sin contar que antes
lustro los timbos
resfregando el pantalon
recordando Rawson se quedo
Hombre como el tango
melancolico
y recuerdon del ayer
asoma su recuerdo
como porteño
Mas hoy te digo
fijate
9 de julio
atraparon el obelisco
Av de Mayo
solo queda el Tortoni
disfrazado pa turistas
hombre
el lagrimon que se pianto
no te deja ver
que cambalache es un poroto
ya caduco
mira en el quilombo
que estamos
antes discepolo estaba adelantado
y hoy ya le pasaron
por arriba los chorros
el que dice ser tordo
el que labura
¿quien labura?
los giles
ahora hay plan trabajar-ama de casa
no se cuanto verso mas
pa joder
al que labura como un gil
eso es lo unico que quedo
giles laburando
Si te cuento del empedrado anda buscarlo
en foto,chabon
quedate con el lagrimon
y el recuerdo es mejor


Maria Elena Sancho
************ ********* ********* *

Recuerdos del pasado
acompañan a tus letras.
Tango varón y orillero,
el del ciego de Carriego.
Hoy es distinto, te cuento:
Se llama"Música contemporánea
de Buenos Aires"-.
Deasde Piazzola es así,
lo certifico pues lo oí.

Oscar Galante


MUJER DE TANGO


Se acomodó el funghi a la sesera,
se ajustó el lengue, y calmado
se recostó en el muro, a la espera
que del fato saliera algún finado.

La robó, la choreó, la hizo suya
y se llevo a la parda, de la rienda.
Las minas son del tipo que chamuya
y a cuchillo defiende bien su hacienda.

Un silbido y un paso prevenido
marcó el llamado a dirimir rencores.
La Parca ya esperaba, con honores
mudar al final, a un guapo descosido

Un farol y una luna competían
en marcar con sombras los semblantes.
Los cuchillos sedientos, vigilantes
buscaban envainarse y se mordían.

Uno murió, éste o aquel, sin fastos.
Un tango lo recuerda. Y una viuda.
Un farol, un zaguán y la Huesuda.
Y una sangre regando algunos pastos.

Elisa y María Elena, yo me alegro
de notar que les sienta bien el negro.
Otro vendrá y tal vez con mejor parla
Y... la milonga está para bailarla.


Carlos Adalberto Fernández

------------ --------- --------
Hombre de tango

El hombre, mas no cafisho,
interpeló a su funghi,
tras haber chamuyado
el horizonte.
Acomodó su cinto,
sus polainas,
brilló al viento
recostado en el farol.
Soñó que la hallaba,
un amanecer,
cuando la parca
intentó robar su esqueleto.
La mina ajustó sus senos,
entabló batalla,
arrancó su canto.
La muerte huyó vencida
del encuentro.

El hombre, mas no cafisho,
resurgió bandoneón-tango-cielo
nostalgia-ausencia- pasado
en la esquina amante sin desvelos.

Elisabet Cincotta
------------ --------- ----
DE HOMBRE A MUJER





Y al fin ¿qué hace un guapo sin su mina

Su naifa, su biscuit, su peor es nada?

Que cuando el quía la cree dominada

Es la jermu –tal cual- la que domina.



Un quiebre de cadera, y la potranca

Te deja con el lengue a la deriva.

Decí que uno pelea y no se manca

Pero cuando ella pide, che, te obliga.



Soy macho, y soga , no me achico

Y no me importa ser de ella un objeto.

Pues en el catre soy muy de respeto

Y no puede quejarse, siempre ubico



Y me salvó la vida y es mi vida.

Por su canto dejé el cafishio afuera.

Si ya sólo deseo que ella quiera

Soltar los senos y curar mi herida.



Carlos

------------ --------- -----
De mujer a hombre

Y al fin a qué cambiar rumbos
si en el catre la naifa
sustenta su amorío.

El choma, por más cabrío,
asume de perfil el tango,
en tanto ella subleve su armadura,
el lengue gentil de su caladura
incorpora el deseo llano,
ese que del amor nos vamos
cuando imperioso el sentir
nos lleva a desnudar afiches
y ser papusa paica, carmín,
que arremete a quien sea
por defender su querencia
suelta trenza, senos, percha,
sin dudar que su victoria
será compartir la gloria
con su media cebolla.

Elisabet Cincotta


MUJER DE TANGO


Se acomodó el funghi a la sesera,
se ajustó el lengue, y calmado
se recostó en el muro, a la espera
que del fato saliera algún finado.

La robó, la choreó, la hizo suya
y se llevo a la parda, de la rienda.
Las minas son del tipo que chamuya
y a cuchillo defiende bien su hacienda.

Un silbido y un paso prevenido
marcó el llamado a dirimir rencores.
La Parca ya esperaba, con honores
mudar al final, a un guapo descosido

Un farol y una luna competían
en marcar con sombras los semblantes.
Los cuchillos sedientos, vigilantes
buscaban envainarse y se mordían.

Uno murió, éste o aquel, sin fastos.
Un tango lo recuerda. Y una viuda.
Un farol, un zaguán y la Huesuda.
Y una sangre regando algunos pastos.

Elisa y María Elena, yo me alegro
de notar que les sienta bien el negro.
Otro vendrá y tal vez con mejor parla
Y... la milonga está para bailarla.


Carlos Adalberto Fernández

------------ --------- --------
Hombre de tango

El hombre, mas no cafisho,
interpeló a su funghi,
tras haber chamuyado
el horizonte.
Acomodó su cinto,
sus polainas,
brilló al viento
recostado en el farol.
Soñó que la hallaba,
un amanecer,
cuando la parca
intentó robar su esqueleto.
La mina ajustó sus senos,
entabló batalla,
arrancó su canto.
La muerte huyó vencida
del encuentro.

El hombre, mas no cafisho,
resurgió bandoneón-tango-cielo
nostalgia-ausencia- pasado
en la esquina amante sin desvelos.

Elisabet Cincotta
------------ --------- ----
DE HOMBRE A MUJER





Y al fin ¿qué hace un guapo sin su mina

Su naifa, su biscuit, su peor es nada?

Que cuando el quía la cree dominada

Es la jermu –tal cual- la que domina.



Un quiebre de cadera, y la potranca

Te deja con el lengue a la deriva.

Decí que uno pelea y no se manca

Pero cuando ella pide, che, te obliga.



Soy macho, y soga , no me achico

Y no me importa ser de ella un objeto.

Pues en el catre soy muy de respeto

Y no puede quejarse, siempre ubico



Y me salvó la vida y es mi vida.

Por su canto dejé el cafishio afuera.

Si ya sólo deseo que ella quiera

Soltar los senos y curar mi herida.



Carlos

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De mujer a hombre

Y al fin a qué cambiar rumbos
si en el catre la naifa
sustenta su amorío.

El choma, por más cabrío,
asume de perfil el tango,
en tanto ella subleve su armadura,
el lengue gentil de su caladura
incorpora el deseo llano,
ese que del amor nos vamos
cuando imperioso el sentir
nos lleva a desnudar afiches
y ser papusa paica, carmín,
que arremete a quien sea
por defender su querencia
suelta trenza, senos, percha,
sin dudar que su victoria
será compartir la gloria
con su media cebolla.

Elisabet Cincotta


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