domingo, 5 de abril de 2009

Mis muertos





Más allá
del vacío
hay
un lugar
sin huellas.
Silencioso.
Nadie percibe
rastros.
Allí
están mis muertos
favoritos.
En soledad.
Como puntos
del universo
sin la presencia
de la historia.


Gregorio Riveros .´.
Pampanito. Trujillo (Venezuela).




Como disfruto de tus letras Gregorio; y si me permites encadenarme -y no lo tomes a mal (es una manía mía jaja)-

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Están allí
vestidos de olvido,
príncipes sin corona
de ojos perdidos.

Son mis muertos
mis orillas
mis esteros,
la gota de miel
al precipicio.

Ellos con-viven
gozan, ríen,
en la simbiosis
perfecta del suplicio.

besos
Liliana Varela


Mis muertos
se fueron
y se quedaron
en el viejo caserón
donde crecí.
Sus libros,
sus fotos
me hablan de ellos
me dicen que
me acompañan,
en mi soledad
y mi abandono.
Mis muertos
comparten
mis pasos
y mis días.


Maria Fischinger



Bellos textos en este encadenado. Me uno con uno de mis poemas que más quiero:

HOY RECIBO A MIS MUERTOS

En la sala adornada con glicinas,
hoy recibo a mis muertos.
Mi padre trae el cabello endomingado
y un aire de Gardel entre los dientes.
Se ha sentado cerca de la chimenea
y juega con los témpanos del tiempo.
Lleva una corbata
en donde luce el rojo sangre
su altivez nativa.
Me habla de su vida en la muerte
mientras una corvina lo mira de reojo.
Hay un mirlo dormido en su hombro izquierdo,
el que recuerda la mano de mi madre.
Un surubí le sirve una pierna de carnero.
Un zorzal le lustra los zapatos.
Una culebra bebe agua en su vaso.
Un sarmiento se enrosca en su meñique.
Un cangrejo le baila un chamamé.
Un biguá lo perdona.
Junto a él, mi hermana vuelve a su jardín.
¡El jardín de mi hermana!.
Lleno de sol y nubes y estaciones
con algunas corolas de entretiempo.
Las espinas del rosal torturando al taco de reina.
La tarde haciendo su siesta
recostada sobre el muelle plumaje de un colibrí.
El centauro, el unicornio y hasta la amapola.
Una violeta en un rondó de tréboles y una margarita.
Mi hermana cuenta cómo crecieron un automóvil
y una orquídea de piedra.
Ríe al recordar el sendero de prímulas y rododendros.
Llora al recordar el día en que se subió al automóvil.
El centauro retozaba en los pastos del macho cabrío.
El unicornio contemplaba extasiado
el agua del manantial sagrado.
La luna era una abeja sobre la amapola.
El automóvil entró en la curva de la flor de ceibo,
derrapó y fue a dar contra la orquídea de piedra.
Tres simpáticos ángeles cerraban el cortejo.
Mi hermana concluye su relato
y una mariposa de papel se posa en su silencio.
Mis tías muertas aprovechan para cantar a coro:
"Funiculí, funiculá".
Yo sirvo el postre.

Jorge Luis Estrella





MIS MUERTOS

Mis muertos;
Cuando vivos
tenían un fuerte sentido
de pertenencia.

Su arraigo
era muy fuerte
siempre estuvieron
sujetos a este hogar.

El mayor de todos
tenia un especial apego
por su habitación blanca
y su cama de hierro,

Tal así
que todas las noches
me visita y me tira al suelo.


SANTOAMOR


Mis muertos a veces asisten a la mesa
oyen mi poesía
permanecen en los sueños

no envejecen

son papiro en la historia cotidiana

en la llovizna se perciben
danzan la alegría del malvón

en el rocío sus lágrimas
pasean vidrieras de tiempo

en la escarcha de julio
abrigan mi frío

son mi pertenencia

mis muertos y yo
siempre dijimos nosotros

Elisabet Cincotta

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